Objetos encontrados. Cartel de la Fundación Antonio Pérez de Cuenca

Objetos encontrados. Cartel de la Fundación Antonio Pérez de Cuenca

Una típica edificación popular de esas de suelos de barro cocido, paredes encaladas y vigas de madera, situada entre la plaza Mayor de Cuenca y el abismo de la hoz del Júcar, acoge desde finales de agosto el Museo del Objeto Encontrado. Es esta una curiosísima colección que Antonio Pérez fue haciendo de manera silenciosa en su casa a lo largo de cuatro décadas. Animado por sus amigos artistas y muy especialmente por Antonio Saura se atrevió a mostrarla por primera vez en una exposición en el Circulo de Bellas Artes de Madrid en 1994. Desde hace tres años se podía visitar en la pequeña localidad conquense de San Clemente hasta que en julio de 2013 y a pesar de haber recibido casi 10.000 visitantes, fue víctima de los recortes en cultura. Alcanzado un acuerdo con La Casa Gris, un interesante proyecto cultural surgido gracias a la iniciativa privada de unos jóvenes conquenses, el museo se trasladó en verano a esta nueva sede al calor de la proximidad de su hermano mayor La Fundación Antonio Pérez, donde se expone su colección de Arte.

Antonio Pérez en la biblioteca repleta de objetos de su casa en Cuenca. Foto: Jean-Marie del Moral.

Antonio Pérez en la biblioteca repleta de objetos de su casa en Cuenca. Foto: Jean-Marie del Moral.

Poeta, actor, editor, pero sobre todo coleccionista empedernido, Antonio Pérez comenzó a juntar y modificar objetos cuando empezó a aprender pintura. “A través de los ismos de Gómez de la Serna empecé a encontrar objetos que más adelante entendí que tenían que ver muchísimo con los Ready-Made de Marcel Duchamp y los objets trouvés de Picasso”. Los objetos encontrados son una tradición que se remonta al cubismo, tiene su auge en Dada, se consagra en el surrealismo y perdura hasta nuestros días en trabajos como el del artista Joan Brossa al que Antonio admira. La procedencia de estos objetos es dispar: el campo, un basurero o incluso una tienda de chinos; después hay que limpiar y quitar cosas porque él nunca añade nada a los objetos, pero sí resta. En el momento de elegirlos existen dos motivaciones: por un lado está su gran obsesión por encontrar rostros en ellos. Los encuentra en latas, o en piedras. Por otro lado están los objetos que considera Homenajes a artistas. Esta faceta también es muy interesante porque aquí hay un sentido de la amistad y de tributo a los artistas que han venido antes. “Siempre han sido en el fondo una mirada irónica a la pintura, al arte moderno. Por eso cogía objetos que se parecían a Gordillo, que se parecían a Sauras, a Pagolas y también a Picassos. Lo que sí es verdad es que lo que nunca he cogido es un objeto que me recuerde a un Rembrandt, a un Velázquez o a la pintura clásica”. La colección ha ido incorporando algunas fotografías que importantes artistas-fotógrafos como Santiago Torralba, Jean-Marie del Moral o Ricky Dávila, han realizado sobre ellos y que sin duda enriquecen su apreciación.

Antonio Pérez (Sigüenza 1934) fue el más pequeño de doce hermanos. En el año 57, estudiaba filosofía y letras, escribía poesía y tenia la extraña afición de recorrer el curso de los ríos. Fue practicando esta afición que con diecinueve años llegaría a Cuenca, donde inmediatamente conoce a Manolo Millares y su mujer Elvireta Escobio, y a Antonio Saura. Al final se quedó tres semanas y desde entonces fueron grandes amigos. Con ellos comenzó su colección de Arte. Después se instalará en París dónde cuentan sus amigos que estaba en todas partes. Cuando llegaban españoles que tenían problemas, Antonio les ayudaba a encontrar alojamiento. Por aquel entonces, Pepe Martínez junto con otros refugiados españoles funda Ruedo Ibérico, una editorial antifranquista en el exilio que logró publicar lo impublicable en España. Antonio colaboraría activamente desde el principio, dirigió los premios de poesía y novela, y al no estar fichado viajó continuamente a Barcelona y Madrid para recoger manuscritos. Todos los pintores críticos con el Régimen quisieron colaborar en esta serie de libros y así Saura, Millares, Arroyo o Tàpies ilustrarían y diseñarían muchas de sus portadas.

En estos años hizo mucha amistad con director y guionista de cine Roberto Bodegas y con el escritor Juan Marsé que andaba por entonces dándole vueltas a una novela que titularía Últimas tardes con Teresa“. El escritor recuerda que una noche, acompañándole Antonio a su hotelucho de la rue Pont-Neuf, le sugirió el apodo del personaje El Pijoaparte.

Izq.: Familia Duchamp; Centro: Objeto encontrado; Dcha.: La Ciudad desierta. Homenaje a Miquel Navarro.

Izq.: Familia Duchamp; Centro: Objeto encontrado; Dcha.: La Ciudad desierta. Homenaje a Miquel Navarro.

Cuando Antonio dejó Ruedo Ibérico se presentó en la librería de la La Joie de Lire a pedir trabajo. Fundada por François Masperoesta librería fue quizás la más importarte dedicada a temas de colonialismo, política, economía, filosofía y campañas militares como la guerra de Argel. Incluso fue allí donde se fraguó Mayo del 68. “Era costumbre de Maspero hacer un examen a los candidatos. Lo que pasa es que François me conocía tanto que le dio vergüenza hacerme un examen porque claro había comprado ya tantos libros allí y habíamos hablado de literatura. (…) Durante aquellos años, yo no creo que no pasaba un solo día que no llegaba alguien de España a conocer, a ver libros, los libros lógicamente de Ruedo Ibérico y los libros prohibidos”. Por allí pasarían Castellet, Goytisolo, Semprún o Alfonso Guerra al que le aconsejaba lecturas. Antonio conocía todo lo que entonces se editaba y contribuyó significativamente a la difusión de la cultura española y los valores democráticos ligados a la izquierda europea.

Con la llegada de la democracia vuelve a España y se instala en Cuenca donde crea en 1978 la editorial Antojos. Esta fue la manera de unir sus dos grandes aficiones: la literatura y la pintura y sus amigos los pintores. Saura, Pagola, Gordillo, Equipo Crónica ilustraron textos de Sabater, Caro Baroja o Trapiello. Con mucho esfuerzo sacó 17 números. No fue una editorial para grandes públicos pero los libros estaban muy cuidados en cuanto encuadernación y papeles. Los trabajos tanto literarios como gráficos reunieron una enorme calidad artística y fueron muy valorados.

Izq.: Dibujo de Antonio Saura con objeto encontrado; Centro: Michelin; Dcha.: Homenaje a Beckett. Foto: Santiago Torralba.

Izq.: Dibujo de Antonio Saura con objeto encontrado; Centro: Michelin; Dcha.: Homenaje a Beckett. Foto: Santiago Torralba.

Llegó un momento que no sabía qué hacer con su colección de Arte. En 1998 la donó a la Diputación de Cuenca y surgió así laFundación Antonio Pérez. El lugar, un antiguo convento del siglo XVII, es fascinante y su colección refleja la cercanía a muchísimos creadores: Zóbel, Saura, Arroyo, Equipo Crónica, Barceló, Hernández Pijuan, Eva loot, o Lucebert (CoBrA) entre otros muchos; además de los enormes Millares cedidos por Elvireta, la viuda del artista, y por supuesto sus sencillos objetos encontrados que aunque ahora ya tienen su propio espacio en el Museo del Objeto encontrado, cientos de ellos siguen conviviendo en maravillosa armonía entremezclados con las obras de Arte de la Fundación.

Conversador empedernido; no es difícil encontrarle por su Fundación charlando con los visitantes. De él dice Gordillo: “Yo creo que Antonio entre los cacharos raros que colecciona estamos también los pintores”. Este “anda-ríos” como cariñosamente le apodó Juan Marsé en uno de sus retratos literarios, ha sido testigo directo y activo de la gestación de muchas obras literarias y artísticas desde los años 40. Fiel a unas ideas progresistas ha sido siempre un gran promotor de la cultura. En cuanto a sus objetos encontrados, aun siendo estos pocos ambiciosos a los ojos de quien los mira, resultan muy ingeniosos. Quizás lo más interesante es que con humor nos hace fijarnos en lo sencillo y reflexionar sobre lo cotidiano. Su objeto más famoso, unos vilanos encerrados en un frasco al que Juan Manuel Bonet, exdirector del Reina Sofía, bautizó como “Homenaje a Beckett” es cosa tan absurda y cruel, y sin embargo es un verdadero poema en el que la palabra ha sido reemplazada por la imagen cazada. Lo importante de Antonio Pérez es sin duda la mirada, su mirada llena de curiosidad. Como él bien nos dice: “el secreto es acostumbrarse a mirar, mirar al suelo. Porque los tesoros más valiosos, esos que encierran la memoria están ahí”.

FAP_09

————————————————————————————————————

Museo Fundación Antonio Pérez. Ronda de Julián Romero, 20. 16001 Cuenca
La Casa Gris. Museo del Objeto Encontrado. Severo Catalina, 11-13. 16001 Cuenca
 ————————————————————————————————————