Retrato del escritor Rodolfo Fogwill

Retrato del escritor Rodolfo Fogwill

Desde que en 1999 los artistas argentinos Agustina Picasso, Juliana Laffitte y Manuel Mendanha formaran el grupo artístico Mondongo, no han dejado de sorprendernos. Sus obras realizadas con materiales no convencionales y a menudo perecederos son extraordinarias. Los retratos resultan singularmente psicológicos. Un Carlos Gardel hecho con alfileres, Eva Perón con panes, o cristales de colores para el de la Familia Real española. Fósforos, sacarina, jabón, perlas, caramelos…  Los materiales elegidos no son arbitrarios aunque la relación con el personaje retratado no siempre es evidente.

Para la muestra comisariada por Kevin Power que estos días se presenta en el MAMBA se escogieron sus trabajos más recientes y está estructurada en dos ejes principales: paisajes y retratos; dos géneros poco frecuentes en la escena artística contemporánea.

Los retratos de hilos expuestos representan a familiares y personas cercanas: La madre de Manuel, un retrato de Juliana embarazada o el escritor Rodolfo Fogwill al que les unía una estrecha amistad. El proceso de realización es bastante lento y laborioso. La obra se empieza a armar con el resultado de los bocetos que a partir de fotos realizan primero en el ordenador. Después se van colocando infinidad de hilos de colores de modo que al alejarte estos desaparecen a la vista y consiguen componer la imagen deseada. Cada pieza les puede llevar hasta un par de años de trabajo. Manuel y Juliana recuerdan que el retrato de su hija lo comenzaron cuando ella tenía cuatro años y lo terminaron cuando ya tenía seis.

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Junto a estos retratos recientes, la muestra reúne algunos otros más antiguos como el de los hijos de Fogwill, Pilar y José (2005) realizado en cera o el de Lucien Freud (2002) con carne ahumada. Los cuadros de carne fueron muy importantes al principio de su carrera. Fue todo un reto conseguir sellar las carnes con resina. A pesar de lo experimental de esta técnica, estos retratos ahora más difusos y espectrales soportan con dignidad el paso del tiempo.

En la planta superior encontramos el trabajo titulado Argentina (2009-2013); un enorme paisaje circular formado por quince paneles de gran formato realizado con materiales diversos y plastilina sobre madera. La plastilina se trabaja como si fuese pintura al óleo con la ventaja de que permite ser moldeada. Este mural que comienza con la imagen de un oscuro manantial y termina en la orilla de un estuario pantanoso contiene multitud de detalles. Al acercarte descubres figuras escondidas, un par de zapatillas Topper, unas calaveras o un helicóptero abandonado en la orilla. El origen de esta obra está en el viaje que Juliana y Manuel hicieron hace cuatro años a la región argentina de Entre Ríos. Maravillados por la soledad de los paisajes que vieron, la putrefacción vegetal y las señales de muerte y renacer de la naturaleza decidieron realizar este proyecto. Una alegoría a través del río del ciclo de la vida, la muerte y el rejuvenecimiento. Una recreación de la sensación de encuentro con la naturaleza y una acertada metáfora de la historia de la zona y por extensión del país.

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La muestra se completa con una serie de misteriosas maquetas-vitrinas incrustadas en la pared que reproducen espacios subterráneos, quizás un poco siniestros que ellos definen como: «puntos de referencia y escape para la vida en algún sentido». Por último una escultura realizada con 100 mil monedas de diez y cinco centavos que moldean un costillar. Las monedas se sustentan pegadas unas a otras sin ningún otro soporte. Surgió como una reflexión sobre el traspaso del dinero de metálico a papel y el sentido del monetarismo y es curioso que el valor nominal de estas monedas ahora en desuso sea muy inferior al valor del material de las mismas.

Si algo caracteriza a Mondongo es el uso obsesivo y masivo de cualquier material por insólito que parezca hasta provocar nuestra fascinación. Sin embargo más allá de lo anecdótico sus retratos plantean una reflexión profunda a la pregunta de cómo nos vemos a nosotros mismos y como elegimos ser vistos; mientras que sus paisajes, en esa búsqueda de la belleza que emerge de un caos primario, transmiten esperanza y no dejan de ser un modo de vencer nuestra angustia existencial ante la muerte.

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Izq. Costillar de monedas; Centro. Retrato de Lucien Freud (detalle); Dcha. Una de las maquetas-vitrinas.

 

Grupo Mondongo (2009-2013) Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) Av. San Juan 350 Buenos Aires. Hasta el 15 de septiembre de 2013.