Con la nominación en noviembre de Alberto García Alix, se repite por segundo año consecutivo la presencia española entre los finalistas de una edición de los prestigiosos premios de fotografía Deutsche Börse Photography Prize. Promovidos desde el 1996 por la histórica Photographers’ Gallery de Londres y dotados con un premio de 30.000 libras, han acompañado al fotógrafo leonés: el alemán Jochen Lempert, el irlandés Richard Mosse y la americana Lorna Simpson.

Situada en una callejuela perpendicular a la céntrica Oxford Street, la nueva sede de la Photographers’ Gallery acoge, en dos de sus cinco plantas, la exposición donde se representan algunos trazos de las propuestas que llevaron hasta aquí a los finalistas. Ha sido un largo proceso de selección en el que han participado más de 100 especialistas internacionales de arte fotográfico. Cada uno de ellos ha elegido el fotógrafo que bajo su criterio ha realizado la contribución más relevante, por medio de un evento o publicación concreta, al medio fotográfico en Europa durante el año precedente. Este filtro desveló el pasado noviembre, los nombres de los cuatro finalistas que estarían presentes en la muestra que inició el 11 de abril y cerrará sus puertas el próximo 22 de junio, haciendo público el 12 de mayo el nombre de ganador: Richard Mosse.

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Alberto García Alix ha sido nominado por su publicación “Autorretrato” (La Fábrica Editorial 2013), en el que hace un análisis a través de fotografías muy íntimas a cuatro décadas de autodescubrimiento y observación de la vida a través de la mirilla de su cámara analógica. A Jochen Lempert se le seleccionó por la exposición “Jochen Lempert” en la Hamburger Kunsthalle, una manera científicamente fotográfica de analizar la naturaleza. Emplea como bisturí su cámara con la que saca de su contexto visual la realidad, provocando al espectador con su abstracción aparente. La bienal de Venecia del 2013, y más concretamente el pabellón de Irlanda,  fue testigo de la instalación de Richard Mosse titulada “The Enclave”. En el aire aparecen 6 pantallas donde se proyectan vídeos realizados junto al ejército, en los poblados y con la gente que sufre una guerra sin sentido. Este conflicto ha matado desde el 1998 más de 5 millones de personas en el Congo Oriental, y se ha inserido en lo más profundo de la sociedad arrasando con su fe en la humanidad. Utiliza una cámara súper 16 milímetros de película infrarroja desarrollada en los años 40 para desvelar el camuflaje a efectos militares. Es un tipo de rollo cinematográfico que no se reproduce desde el 2009 y precisamente desde entonces lo utiliza Richard Mosse en su material y en las fotografías de gran formato que revela.

La última nominada fue la americana Lorna Simpson, por su retrospectiva en la Jeu de Paume de París. En esta exposición combina fotografía, textos y vídeo instalaciones en un análisis de la sociedad, cultura e identidad de la comunidad afro americana jugando con el binomio pasado y presente, sujeto y creador, original y copia, estereotipos e individualidad.

Frente a la entrada de la galería, un texto en la pared avisa sobre la distribución de las exposiciones temporales por plantas. Los Deutsche Börse Photography Prize 2014 se sitúan en el quinto y cuarto piso  y llama la atención un aviso “The exhibition in the 4th floor contains images of an adult nature. Parental/Guardian guidance is advised for under 16s”, queda claro el sello de Alberto García Alix, es uno de los fotógrafos que ocupan ese espacio.

Al abrirse las puertas del ascensor me impactan frontalmente las fotos de Richard Mosse. Como él mismo describe en una entrevista, intenta crear en el espectador esa tensión entre la ética y la estética. Leyendo un poco acerca del contexto y la finalidad de las instantáneas nos envuelve ese color lavanda que cubre, como un manto, la naturaleza. Al mismo tiempo se convierte en un punto de vista personal del fotógrafo, frente a una guerra que ha vivido desde dentro, un conflicto que califica de  “diferente”.

Precisamente ese color rosa fuerte y carmín nos recuerda, sabiendo la procedencia del tipo de carrete utilizado, que la naturaleza es testigo del drama. El color irreal de los uniformes de los militares proyecta ese terror y los señala intencionadamente. Son fotografías de gran formato, generales y bellas. Una hermosura macabra y serena que envuelve todo lo que le rodea, el resto se esconde en un segundo plano y viene rechazado instintivamente por la retina, para centrar el ojo en lo estéticamente agradable. Se ven niños militares, mujeres desesperadas y animales pastando en un campo infrarrojo. Richard Mosse reclama atención y reivindica no sólo ésta, sino todas las injusticias que permanecen escondidas y que intenta descubrir con esa luz, involucrándose personalmente en una guerra que no es la suya pero que también considera que le pertenece. Se desmarca de los reporteros gráficos de guerra desde su subjetividad y acento de reivindicación. El Congo, Irán, Pakistán, Haití y la antigua Yugoslavia han alojado este fotógrafo que busca despertar la conciencia y sobretodo desertar la indiferencia.

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Al girar la mirada veo que en las paredes interiores hay una diseminación de puntos fotográficos, una ráfaga de instantáneas de pequeño formato puestas en un orden irregular. Siguiendo la estela del blanco y negro y bajo el título “Summer ’57- Summer ’09”, me encuentro con fotos que dialogan entre ellas y coquetean con el visitante. Me parecen a simple vista fotografías de época, pero el título me atrae hacia ellas y distingo una diferencia temporal imperceptible a simple vista. La americana Lorna Simpson aparece imitando una joven afroamericana con posiciones, gestos, mirada y coqueteo con la cámara. En una entrevista que se le realizó a la artista con motivo de la exposición, descubrió que son fotografías que encontró por casualidad y no sabe nada acerca de la identidad de esta  muchacha a la que trata como un estereotipo, y copia intencionadamente.

La autora y protagonista intenta reproducir los actos espontáneos de una joven que recrea la sociedad de finales de los años 50. Son escenas preparadas, escenarios que estudiaba y que quería representar, y la artista usa como icono de la sociedad afroamericana representando una sociedad, una idea, una cultura. La exageración de la feminidad con la aparición esporádica de la figura masculina, muy estereotipada también, acentúa el mensaje de la artista en este viaje en el tiempo.

Bajando hasta la planta cuarta escucho una voz en off que reflexiona e hipnotiza. Un grupo de visitantes se agolpan frente a un vídeo. Alberto García Alix reflexiona paso a paso acerca de su viaje desenfrenado por los años 80 en Madrid, con la naturalidad del que ha sobrevivido. Muchos son los recuerdos que dejó atrás y todos los personajes que retrató, anónimos para el mundo, son amigos para él. Su recorrido le lleva desde habitaciones solitarias cuya intimidad viola con la cámara, hasta su pasión por las harleys o sus viajes a París y Beijín que considera como un punto de inflexión en su carrera.

Alberto Garcia Alix

Alberto Garcia Alix

Desde entonces como explica en una entrevista “pasé de mirar al exterior a mirar al interior y la imagen me miraba, se volvía para dialogar”. Girando en torno a la sala me parece más que observar, ser observado, encontrarme directamente dentro de la vida del fotógrafo que provoca con una mueca y una desnudez sincera natural. Ese personaje tímido que se esconde a través de tatuajes y chupas de cuero, se descubre y desarma en ese “autorretrato”, haciéndolo sentirse frágil sin el arma con la que apunta en sus disparos fotográficos.

Pasando el duro confín de drogas y rock and roll, me sumerjo en el mundo singular de Jochen Lempert. Vitrinas y fotos sin marcos me hacen sentir en un museo de historia natural más que en una exposición de fotografía artística. Sin embarco cuando se indaga en cada una de las fotos, se descubre la descontextualización de los objetos, personas y animales cotidianos en un genial trabajo seriado de contrastes. Concibe un universo de instinto con un toque de humor inteligente y respeto por lo que hace. Desde los años 90 estudia el cuerpo humano y la naturaleza que baila y juega frente a su lente.

Jochen Lembert

Jochen Lembert

En esta exposición el blanco y negro predomina junto a los colores ideales, el intimismo y reivindicación en un juego entre pasado y presente constante. Estos premios de fotografía se han convertido en una cita obligada en el calendario artístico internacional y sus casi 20 años de historia lo confirman. La fotografía se reivindica nuevamente en un progreso continuo, un arte en movimiento.